Los radicales libres son átomos, moléculas o iones.
Tienen al menos un electrón desapareado en su capa exterior, lo que los hace altamente reactivos. Esta falta de un electrón en su configuración los lleva a buscar y robar electrones de otras moléculas en un proceso llamado oxidación, lo que puede causar daño a las células, proteínas y ADN en el cuerpo. Los radicales libres se generan naturalmente en el cuerpo como parte de procesos metabólicos normales y también pueden ser introducidos por factores externos, como la radiación ultravioleta, la contaminación del aire, el tabaco y algunas sustancias químicas.
Cuando un radical libre «roba» un electrón de otra molécula, esa molécula se convierte a su vez en un radical libre, iniciando una cadena de reacciones que pueden dañar las células y las moléculas biológicas. Los radicales libres se generan naturalmente en el cuerpo como resultado de procesos metabólicos normales, como la respiración celular.
Sin embargo, también pueden ser producidos por factores externos, como la exposición a la radiación, la contaminación, el tabaquismo, una dieta poco saludable y ciertos medicamentos.
El daño causado por los radicales libres se ha relacionado con una variedad de problemas de salud, incluyendo:
1. Envejecimiento prematuro:
El daño acumulativo a las células y tejidos puede contribuir a los signos visibles del envejecimiento, como arrugas y pérdida de elasticidad en la piel.
2. Enfermedades crónicas:
Se ha sugerido que el estrés oxidativo causado por los radicales libres puede jugar un papel en enfermedades como el cáncer, enfermedades cardíacas, diabetes, enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer, entre otras.
3. Daño celular y del ADN:
Los radicales libres pueden dañar componentes celulares vitales, como las membranas celulares, las proteínas y el ADN, lo que puede llevar a la disfunción celular y mutaciones genéticas.
Para combatir los efectos negativos de los radicales libres, el cuerpo cuenta con un sistema de defensa compuesto por antioxidantes. Los antioxidantes son moléculas que pueden donar un electrón a un radical libre sin volverse inestables, neutralizando así el radical libre y previniendo el daño celular. Estos antioxidantes pueden ser producidos por el cuerpo o ingeridos a través de la dieta, en alimentos ricos en vitaminas como la vitamina C, vitamina E, y otros compuestos beneficiosos.